miércoles, abril 29, 2009

Crónicas Chucheta XCI: 6 meses de embarazo.


Cada día falta menos. Bueno, ni tanto. Para lo que me va faltando menos es para el prenatal, casi dos meses y estoy lista!!!!!

Aparte del resfriado, me he sentido bastante bien. No tengo ningún malestar como al principio (que fue bastante asqueroso) y como que una se va acostumbrando al hecho de andar entera lenteja, que hay que dormir de lado, que no se puede hacer fuerzas (el Gato me tiene que sacar el cajón de las verduras del refri, por ejemplo) y que ya se es, con todas las de la ley, una redondela.

Lo bueno es que ya caché como vestirme: no hay que usar esas poleras o blusones o lo que sea maternal. Una se ve peor, más redonda, sin forma. Lo que sí uso son pantalones maternales, pero arriba uso lo mesmo pero talla L. Hasta el momento me ha funcionado.

Lo malo es la gente gueona que hace comentarios gueones: en Ripley una vieja me discutía que era imposible que tuviera 6 meses, si mi guata parecía de más. Por supuesto no me gasté en discutirle, pero ella lo afirmaba con toda soltura. O me preguntan si ya se ve por fuera como se mueve, y cuando les digo que no, que es muy chica todavía, me dicen: ¿en serio? Chucha, ¿cómo no voy a saber si soy YO la embarazada? Lo que me molestaba antes era otra guea entera gil: cuando me preguntaban cuantos meses tenía y yo respondía, por ejemplo, cuatro, me decían: pero teni súper poquito poh. ¿Y? ¿Cuatro meses no es embarazo? Lotro: gente que llega y me toca la guata como lo más normal del mundo. Me refiero a gente que no cacho mucho y que deberían, mínimo, preguntar. Lo peor es que me pillan de sorpresa. Es una gueá entera íntima, ¿cómo no cachan?

Hace unas semanas comenzamos a leerle cuentos a la Debbie. Le estoy leyendo mi favorito de la niñez: “La Hormiguita Cantora y el Duende Melodía”. Cada vez que le leo, se queda quietita, como si estuviera escuchando. Y como guena mujer, se mueve según su tincada: cuando estuve en cama por el resfrío, se movía más que la chachu. Y si me muevo harto, me patea poquito. A veces se cree la muerte cuando su papá Gato le habla y se pone a patear como loca. Toy cachando que me van a dejar de lado esos dos muy luego.

En general me siento bien físicamente, no me siento fea ni guatona ni nada (me cuido su resto aunque igual a veces me voy al chancho) y camino por las calles con la cabeza en alto, porque a pesar que todos nacimos de la misma manera, me parece un milagro que dentro mío esté creciendo un ser humano, la pulenta que sí. Y no se imaginan el amor que siento por mi hija, aunque suene cliché, nunca había sentido un amor de esta manera.

Yao los vemos.

martes, abril 28, 2009

Crónicas Chuchetas XC: La shopaholic (seca pa’ comprar)



Como es un resto enredado y pajero para explicarlo, sólo les diré que en la pega me entregaron plata en vez de uniforme. Cosa que fue la raja para mí porque jamás he usado los uniformes porque uno, son horrorosamente feos y me baja toda la autoestima cuando los uso; y dos, porque no nomás.

La cuestión es que mi jefe me dice que me van a pasar $215.000.- para que me compre ropa. Casi me caí de poto porque encontré que es mucha plata y además que se pasó de paleta. Y como estuve con licencia (leer el post anterior si quieren) el viernes partí al Parque Arauco a comprar como nunca lo he hecho.

Lo que pasa es que nunca he sido muy trapera que digamos, y lo otro que con el Gato pagamos al contado, si no, no compramos na. Lo único que hemos comprado en cuotas (porque son gueas caras caras) es nuestra pulenta cama y nuestro mega refri. Pero pocas cuotas y el Gato saca ese atao del interés compuesto con su súper calculadora y cuando cacha que es poco el interés que vamos a pagar, compramos.

Partí primero a Zara. Hace un tiempo había visto un abrigo bacán, con corte debajo de las pechugas (corte imperio le llaman) y además agarré cualquier chaleco o polerón o suéter (jamás he cachado las diferencias entre unos y otros) y me probé. Así nomás, sin mirar el precio. Total la talla “L” me sirve pulento con la guata. Al final me llevé el abrigo y una polera y pagué con redcompra casi 70 lucas.

Después me jui a Ripley a cachar qué onda. Acá la cosa me salió barata porque con los días R compré dos chalecos piolas por el precio de uno. Esta compra ni se cuenta como shopaholic porque demás que yo pago $16.990.- por dos chalecos bacanes.

Entré a un montón de tiendas que ni entro por lo caras, como a Benetton. Vitrinié sin mirar precios (que gueá más bacán), me probé otro suéter y estaba rebajado: 23 lucas en vez de 26, parece. Después me jui a Wados y encontré esos típicos chalecos que tienen cuello de camisa, como si una se hubiese puesto por encima el suéter, ¿me cachan? Como me encantó me compré dos iguales pero de distinto color: 60 lucas sin asco.

Y ayer, como me quedaba plata, partí a Benetton que queda cerca de mi pega y me compré un chaleco, que por el frío que está haciendo en las mañanas caché que sí me hace falta (porque para usar el abrigo aún queda calor). De nuevo me probé varios sin mirar el precio y encontré uno precioso y pagué como 36 lucas por él.

Quizás muchas de ustedes lean y se digan: ¿y tanto atao por tan poco? De seguro tiene que ver con la personalidad de cada una, porque yo jamás en la vida he gastado plata así como así en ropa. Menos al contado. Porque primero reviso lo que tengo en el clóset, cacho lo que me hace falta o lo que vi que es bonito y que me dan ganas de comprar, y luego compro. Pero la verdad es que me sentía rara comprando tanto sin asco y cuando llegué a buscar al Gato llena de bolsas nos cagamos de la risa porque puta que es raro.

Lo “malo”, por decirlo de alguna manera, son las vendedoras agilás. Cuando entraba a alguna tienda, me miraban como raro, onda ¿y esta guatona que espera comprar aquí? Yo les decía muy campante que la talla L me queda bacán y seguía mirando sin importarme nada. En una tienda encontré un chaleco casi al mismo precio que el abrigo de Zara, y cuando le dije a la mina que era muy caro, me dijo: acá los precios son más o menos esos, como si ella fuera la dueña de la tienda, la muy gueona. Le volví a repetir: muy caro, y me jui. ¿Cómo voy a pagar lo que me costó un abrigo bacán en una tienda que ni siquiera es marca conocida? Como si estar embarazada fuera sinónimo de vestirse como ñoña.

Así es que ahora estoy puro esperando que haga ofri para poder usar mi pulento abrigo Zara. Y me gusta mucho usar ropa nueva, eso sí que sí.

Yao los vemos.

lunes, abril 27, 2009

Crónicas Chuchetas LXXXIX: El Miedo.


Llámenme tonta, agilá, que le pongo color, como quieran, pero el maricón Miedo ha sido un ingrato acompañante en este embarazo. Lo tenía medio controlado, hasta que me resfrié y cagué de nuevo.

El Gato, por más que se cuidó, igual me contagió. Yo juraba que iba a pasar sanita estos meses, hasta que el martes comencé a andar con muchos mocos y juimos a control (nuestra hermosa hija pesa 500 grs. y mide 19 cms., abrió la boca y le vimos hasta la lengua!) y el doctor me dice que si me siento un resto mal que tome el paracetamol sin cafeína que es para las embarazadas. El miércoles amanecí con dolor corporal y nos juimos directo a un broncopulmonar que conoce al Gato de broca y me dio 3 días de licencia. Me tranquilizó diciéndome que mi cuadro clínico no correspondía a listeriosis, y me jui a descansar a la casa.

El rollo con la listeriosis fue culpa del Gato porque yo andaba entera feliz hasta que me dijo que no comiera más jamón porque andaba con las defensas bajas. ¿Por qué comía jamón? Porque el mismo doctor más el nutriólogo me dijeron que no había problemas con la marca que yo compraba, por eso. Basto que el Gato me dijera eso para que yo entrara en total pánico y ya me veía en la clínica entubada. Aparte que entera gil me metí a leer en internet los casos de embarazadas con listeriosis para ver si yo tenía sus síntomas…entera perseguía.

Asi es que anduve media bajoneada y con susto estos días. El viernes me jui todo el día a comprar al Parque Arauco en la más shopaholic (tema para otro post que ya publicaré) y de tanto vitrinear me sentí mejor y no pensé ninguna desgracia. El sábado anduve bajoneada de nuevo, de hecho trataba de sentir lo que más podía a la Debbie porque si se mueve está todo bien, de ese toque me trastorné.

Ayer me dije que no puedo seguir así y la verdad fue un buen día, me reí harto y pelusié, que es lo característico en mí.

Es que la gueá es bien rara. Porque he visto a mi hija desde sus 5 semanas, está enterita, tiene cerebro, el corazón le late normal, le he visto sus ojitos, su lengua, su boca, sus bracitos, piernitas, pesa y mide lo normal para sus semanitas, pero igual he sentido mucho miedo, en forma totalmente irracional y sin ningún asidero en la realidad. Lo más raro aún es que siempre he sido una mujer bastante cara de raja para hacer ciertas cosas en la vida, cosas que después me he preguntado ¿y cómo me atreví? Claro que no quiero ser una madre asustona, porque no quiero una hija insegura.

En fin, contar esto me sirve de desahogo. Porque todo este asunto del trastornamiento mental que tengo con el miedo me lo estoy tratando. Tampoco se trata que sienta miedo todo el día, sino que tengo “episodios miedísticos”, o algo así. Y la pulenta no me importa que sea normal. Y sé que estos meses que vienen serán buenos, ya que me falta alrededor de dos meses para salir con prenatal, donde podré olvidarme de todas las gueas de la oficina que sinceramente me tienen hasta la coronilla y me importan una raja.

Yao los vemos.
(La foto la puse porque esos gatitos se parecen harto a Jacinto y Pulgoso cuando eran guaguas).

viernes, abril 17, 2009

Cróncias Chuchetas LXXXVIII: Gente a la que no le ha pasado nada.




Ayer estaba viendo Santiago no es Chile, uno de mis programas favoritos, y le tocó el turno a un tipo que tiene mucha plata: Francisco Montaner. Tiene siete hijos (súper seguidos por lo que se vio), una casa en un barrio cuico, el medio auto, la media pega, y, como él mismo decía, se siente un afortunado porque está consciente que pertenece a un pequeño porcentaje de la sociedad chilena (y de la mundial también): tuvo una bonita niñez, comodidades, estudios privilegiados. En suma: una vida feliz.

Sin tocar el tema de la plata (porque soy una convencida que la felicidad y la plata no tienen nada que ver. Una cosa es tener plata para tener acceso a lo básico de la vida, pero si una tiene plata no significa que tendrá felicidad), me comencé a preguntar cómo sería tener una vida sin sufrimientos ni pesares.

Muchos de nosotros lo hemos pasado como el forro en distintas etapas de nuestras vidas: niñez triste, adolescencia incomprendida, sin oportunidades de estudio, embarazos precoces (independiente que se ame al hijo, debe ser una etapa muy cabrona para la mamá pendeja), entre un montón de otras cosas pencas y dolorosas. Por ejemplo yo fui bien feliz y tuve una vida parejita hasta los 25 años, edad que me jui a vivir a Italia pero me tuve que devolver con los sueños olvidados hasta nunca porque a mi papá se le ocurrió que era una buena fecha para morirse. Y de ahí me mandé cuarquier condoro, depresiones, tristezas y asquerosidades varias, pero que me sirvieron, y harto. Pero me sigo preguntando cómo sería si nada de esto me hubiera pasado, esa muerte tan terrible que partió mi vida en dos, aunque ya no tengo ese dolor que lleve chorromil años en mí corazón.

La otra vez conocí a una lola que decía lo mismo: que le encantaba su vida y que siempre había sido feliz. Yo cacho que no había sufrido ni por una mascota amada que se le murió cuando niña. Porque para mucha gente la pena más grande ha sido esa, la muerte de un perrito o de un gato cuando niños.

Cuando escuchaba a esta lola y veía este programa pensaba que tienen suerte. Que mejor que nacer y desarrollarse lleno de amor y de comprensión, y que cuando se es adulto una se compare con los demás y cache que nada terrible ni castrador le ha pasado.

Lo único que queda de esperar es que a toda la gente que nunca le ha pasado nada terrible en la vida: mínimo que sean buenas personas. Porque todos los trastornados y trastornás que he conocido en mi vida son así porque tienen una cantidad de rollos sin resolver (muchos de ellos no asumidos) que hasta una es capaz de entender porque son tan hijos de puta o tan bipolares las muy tarás.

Espero que la Debbie sea feliz conmigo y con su papá. Pero también espero que sea una mujer juiciosa, inteligente y que sepa levantarse de las caídas de la vida. Mejor la dejo que disfrute en mi guata y cuando nazca veremos como se viene la mano. Con tal que no baile en Yingo (y que no sea milica) me doy por satisfecha.

Yao los vemos.

(A los que les interesa nomás: mi otro blog, ese que publico todos los lunes, es una historia continuada. Así es que si quieren cachar qué pasa o de lo que habla la protagonista, tienen que leer desde el primer post, por siaca).

martes, abril 14, 2009

Cróncias Chuchetas LXXXVII: ¿Qué guea hago de comía?


Aunque no me crean, aprendí a cocinar después de los 30. La pulenta. Antes no cocinaba NADA. Si me hablaban de hacer arroz, cazuela, porotos, era lo mismo que escuchar japonés. No me llamó nunca la atención y durante los años que fui scout y en mi casa paterna siempre me hice la gil. Porque mi mamá, hermano y hermana cocinan bacán.

¿Qué me pasó? Que conocí al Gato, nos fuimos a vivir en pecado y tuve que cocinar. Igual yo tenía más nociones que el Gato en ese momento, porque mi hombrón cocina: asados y papas fritas. Los asados le quedan bacanes pero por supuesto que no es cocinar, y las papas fritas les hace un remojo con vinagre y las pica igual que las comprás y le quedan espectaculares. Y eso sería. Aparte que papas fritas comemos muy de vez en vez.

Así es que me tuve que poner a averiguar en internet blogs de cocinas (recetas fáciles por supoto), llamar a mi mamá y a mi hermana. Y hasta ahora me defiendo bastante bien. Como que cacho con qué cosa va cada especia (eneldo, romero, laurel, por nombrar solo algunas) o los sabores de las verduras que mejor combinan. El puré me queda pulento y con las papas hago un montón de cuestiones. Pero el problema no es ese, sino: ¿qué cocino mañana?

Losotros nos llevamos la comiita para la pega, así que es tiene que haber comida para toda la semana. Antes de ponernos a ahorrar salíamos siempre a almorzar ajuera los findes, pero ahora la cortamos y se supone que el Gato tiene que ponerse a cocinar porque nunca ha hecho el intento serio de aprender, aparte que si estoy media cansá prefiero hacerlo yo que explicarle como 79393 veces lo mismo porque puta que es porfiado y según él yo le dije una cosa pero el muy brea entendió otra. Lo bueno es que como ayudante de cocina es entero cooperador y pela, pica y lava sin ataos. Algo que sea.

Pero lo que me cansa es que una va a la feria y compra pensando en lo que cocinará, después voy al súper a comprar pollo, carne y pescado pensando de nuevo (ahora mezclado con lo de la feria) en lo que haré con las verduras que compré más el pollo y más un arroz que me quedó de la otra semana y así… puta que agotador.

Lo raro es que si tengo tiempo y ánimos me gusta hacer nuevas recetas que sapeo en internet o en el canal Utilísima, nada sofisticado, además que me tengo que sentar a picar porque si estoy de pie mucho rato me canso. Y no me gusta que cocinen las nanas, porque yo uso repoco aceite y nada de caldos esos con sabor concentrado.

En fin, me imagino cuando la Debbie comience a comer sus primeras papillas y aunque esté cansada le cocinaré con todas las ganas y harto amor. Y cuando crezca su papá le hará papas fritas con asado.

Yao los vemos.

jueves, abril 09, 2009

Crónicas Chuchetas LXXXVI: El día a día de una preñá como yo.

En la mañana el Gato se levanta primero, le da comida a Jacinto y Pulgoso (que apenas sienten el despertador se ponen a maullar a todo chancho y rasguñan la puerta del patio), entra las toallas, prende el calefón y me levanta (me da un beso a mí y después a su hija, que la llamaré Debby de ahora en adelante, pero los que me cachan saben que es una broma porque encuentro horrendo ponerle nombres en otros idiomas a los niños si una tiene apellidos españoles o mapuches y lotro que la Debbie Gibson me carga ahora y me cargó en los ’80, sorry sita Escorpiona), porque siempre estoy muerta de sueño. No cacho porque rechucha me desvelo en las noches, aparte que me debo levantar fácil unas 4 ó 5 veces al baño a puro echar la corta, y eso obvio que me despierta.

Me ducho como zombie y me acuerdo de mi papá que me despertaba prendiendo la luz y diciendo mi nombre como 60 veces seguidas sin parar y se reía de mi cara porque la luz así media juerte me molesta ene y arrugo el entrecejo desde que soy broca.

Después de la ducha (que me despierta a medias) me tengo que echar la crema contra las estrías (¿han cachado que en el envase dice “para las estrías”?) y como mi clóset ta terrible de esmirriado no me demoro mucho en decidir lo que voy a usar, después escojo los aros (tengo más que la chachu) y mientras el Gato saca el auto yo cierro el portón y me subo al tocomocho, me pongo el cinturón, el Gato me da un beso (es una costumbre que tiene) y partimos pa la pega. Nos demoramos poquito porque por suerte vivimos relativamente cerca, y trabajamos cerca también.

En la pega tomo desayuno leyendo el diario, viendo internerd y como ordenando el día. Con el junior (que es más que eso, hombre de confianza y derecho pa’ sus cosas) echamos la talla, pelamos a los viejos levantaos de raja que vienen a veces, organizamos las típicas gueas de oficina, en eso me como mi yogurcito, mi barra de cereal y la leche chocolatada light si estoy muy hambría. Almorzamos a las 13:30 viendo las noticias y dejo una media hora para ir a dar una vuelta, comiéndome mi rica manzanita. Las tardes son tranquilas, pero igual me como un yogur con fruta. Me viene a buscar el Gato y cuando llegamos a la casa le abro a Jacinto y Pulgoso que nos están maullando del techo y se escucha como corren hasta que llegan al patio y les abro la puerta. Les hago cariño y les abro la ventana que da a la calle porque son entero sapos y Jacinto sale a pelear con los gatos de la cuadra. Depende del largo de mi diente tomamos once altiro o salimos a dar una vuelta después. Ahora si yo estoy entera raja tomamos once viendo Futurama (el Gato está a nivel de trastornación con la serie) o a veces nos vamos a comprar alguna gueá que necesitemos para después de la pega o los días miércoles son distintos porque yo tengo taller literario en las tardes. El Gato lava, prepara la comía para el otro día (la que yo cociné eso sí), riega, estudia, toca quena, sale a la calle a buscar al Jacinto, toca la guitarra, escucha Iron Maiden o el grupo que esté pegado en ese momento, y yo trato de conciliar el sueño y acomodarme en la cama con la guata y la Debie dale que patea.

Los findes son totalmente distintos, porque a veces nos dispertamos terrible de temprano o a veces terrible de tarde, pero la conclusión que podrán llegar si se dieron la paja de leer hasta acá es que soy entera regalona y fundía del Gato. Pero me lo merezco porque mal que mal todas las incomodidades de la esparda, pa dormir, que hacer la corta a cada rato, que la ropa fea y ñoña pa’ preñás, son para su hija, y probablemente cuando nazca no me pescará ni en bajá por haaaaaartos años.

Quiero agradecer a todas las que ya son madres (se mandó el pulento post la sita Sabi) y las que quieren serlo y las que no, porque con sus comentarios me ayudan y de alguna manera, me acompañan en este camino de la maternidad. Raro al principio, pero siempre lleno de amor.

(No se olviden de sapear todos los lunes mi otro blog, si quieren nomás)

jueves, abril 02, 2009

Crónicas Chuchetas LXXXV: Pura ambivalencia.



No es que le quiera cagar la onda a las que aún no han tenido hijos (como me comentó una vez Rocío), pero si yo hubiese sabido estas cosas antes de embarazarme, sería todo un poquito más distinto.

Ocurre que en nuestra cultura (chilena, latina, como quieran) cuando una se embaraza DEBE estar siempre feliz, contenta y con cara rebosante de salud y gozo. Entonces si estai deprimida, te sentí guatona (hay mujeres que esto les afecta caleta) o estai recaga de susto porque no cachai ni una de nada, teni que hacerte la gil y guardar silencio. Esto último lo supongo, porque en internerd me ha costado un mundo encontrar de esta temática.

Reconozco que estoy asustada y más me asusto pensar que soy la única asustá. Porque, porfiada de mí, me meto a foros y la respuesta de las demás embarazadas es que es normal. Será normal porque a todas les pasa, pero ahora me pasa a MI y tengo hasta pesadillas en la noche y si no lo controlo me da harta angustia, la pulenta que sí.

Aparte que todo este miedo es entero gil porque he visto desde las 5 semanas a mi hijita (que se llamará Debby en honor a nuestra cantante favorita Debie Gibson) y cada vez que voy el ginecólogo me dice que me vaya tranquila que está todo bien y me muestra sus brazos, sus piernas, la mariposa del cerebro, mis exámenes están la raja… pero igual.

Sin embargo, encontré un artículo en el diario argentino La Nación (del año 2004) que habla de un libro que escribieron dos argentinos (uno es médico por lo que leí) que se titula “Claroscuros del embarazo, el parto y el puerperio”, donde hablan de las angustias que una tiene y las ambivalencias con los sentimientos.

Sipoh, porque una se siente ambivalente todo el rato. O yo por lo menos. Estoy feliz de una manera indescriptible por el hecho de ser madre de una hija de mi Gato, pero por otro lado me lleno de dudas y miedos, que tienen que ver con este período: ¿Y si le pasa algo? ¿Y si esta puntada es no normal? En resumen: puras preguntas gueonas y sin fundamento.

Por eso me gustan las minas que me cuentan la pulenta del embarazo y de ser primeriza: que a veces estai chata de tanto llanto y de no cachar una que le pasa a tu hija; que te duele la espalda caleta; que no podí dormir los últimos meses; que aunque te digan que te vei bonita igual te sentí como globo con pelo largo…. etc. Y todo esto no tiene nada que ver con el amor que una tiene por sus hijos. Es pura ambivalencia.

Yao los vemos.