jueves, abril 29, 2010

Crónicas Chuchetas CLXXI: Intuición materna.

El sábado en la casa del tata la chanchi lo pasó pulento: jugó con una niña de 2 años y medio, comió de sus galletas y saltaron en la cama. (Es que con el tata desde ya hace lo que quiere). El domingo, la niña amaneció con amigdalitis, cosa que yo supe el miércoles. Y desde el miércoles la chanchi está con fiebre y amigdalitis.

Esta es la primera enfermedad cabrona que me toca pasar con la chanchi, y la verdad que hasta el momento he estado harto calmada. Porque antes, cuando era más guagua, apenas la veía con fiebre (por las vacunas por ejemplo) me ponía a llorar y después reaccionaba. Ahora no.

Lo que pasa es que tengo que estar calmada para escucharme, como quien dijera. Porque como paso todo el día con la chanchi (la tengo como encarná en la cintura, donde la pongo para moverme), conozco su respiración, cuando está aburrida, cuando está haciendo caquita, cuando tiene hambre. La cacho casi al 100%.

Anoche tuve que afinar mi intuición al máximo, porque a pesar del paracetamol que le di a mi guatonita, la fiebre no le bajaba. La vigilé hasta las 3, cuando me dormí, y a los 45 minutos después se despertó llorando con más fiebre. Estaba en la duda de llevarla o no a urgencias, aunque siempre digo que prefiero quedar como mamá alharaca que como mamá despreocupá. Entonces me dije que si tenía fiebre y no le bajaba era sinónimo de infección. Desperté al Gato y partimos.

Entramos arturo a urgencias, porque no había nadie esperando. El lolito que le tomó la temperatura y la presión le puso el termómetro en la axila, y yo le dije que era mejor anal (porque es inmediata la información) y cuando leyó el termómetro le marcó 37.3. Entero agilao, me dijo que quizás le había bajado en el camino, y yo le cachaba el cuerpo a mi mostra. Le tomamos la temperatura anal y tenía 38.2.

Y así me la he pasado este día, tomándole la temperatura, cantándole sus canciones favoritas, hasta que fuimos a la pediatra que siempre la ve, quien ratificó lo que nos dijeron en urgencias y respondió todas mis dudas de mamá primeriza.

No cacho si la intuición materna existe para todas, pero yo si la tengo. De hecho, me considero bastante intuitiva en general, lo que me ha salvado de algunas personas y situaciones. Con la chanchi me sirve día a día, porque le entiendo los llantos y trato de anticiparle algunas situaciones.

En fin, la chanchi continúa enferma, yo sigo más cansada que la cresta, con sueño, pero feliz de la maternidad, y de escuchar mi intuición materna. Espero no cagarla y seguir firme para así ser mejor mamá.

Yao los vemos.

martes, abril 27, 2010

Crónicas Chuchetas CLXX: Para leer cuando no hay na' que hacer.

Cuando trabajaba tenía un montón de horas en que no hacía nada. Es que tenía días con haaarta pega, y otros sin nada. Hasta me quedaba tardes enteras solas en la oficina. ¿Qué hacía? Escribía harto, y navegaba harto, también.

En esas navegás encontré varios blogs entretes, que leía desde el principio pa' cachar bien la onda del blogger, como quien dijera. O si alguna mamá escribía, buscaba los post donde tenía los mismos meses de gestación que yo en ese momento.

¿A qué voy con todo esto? Es que si algunos de ustedes, queridos lectores, alguna vez están aburridos y no saben dónde navegar y se quieren entretener, tienen que puro cliquear acatao.

Sipoh, mipcrosado.

Ahora, ¿por qué deben tener tiempo para leerlo? Porque cada lunes se actualiza (bueno, hago el intento) y como lo llevo escribiendo hace un rato ya, si leen lo de este lunes, no van a cachar mucho.

Gueno, les hago la invitación. Ojalá los entretenga.

Yao los vemos.

miércoles, abril 21, 2010

Crónicas Chuchetas CLIX: Lo pasamos chancho.

Puta que lo pasé bien en Buenos Aires. Sobre todo porque salí de la rutina de dueña de casa.

La foto que ilustra este post es de mi persona personal, en la 9 de julio, el Obelisco frente a mí, mientras me abrocho mis zapatillas. El día se ve nublado, pero hacía harto calor, por la cosa de la humedá.

¿Qué les puedo contar de Buenos Aires? Gueno, los libros son rebaratos. Me compré el último de Bolaño y el último de Murakami y ambos dos me salieron 18 lucas. Está lleno de cafés hermosos, donde dan ganas de entrar y quedarse a puro mirar. Manejan igual de agresivos que acá en Santiago, y estaba lleno de brasileños. Y harto chileno también.

Lo que más me gusto, lejos, son los árboles gigantes que se ven en todas partes, también por la cosa de la humedá.

La pulenta es que amé Buenos Aires. Pienso que si una ciudad tiene tantas librerías y tan grandes, es porque la gente lee harto. Y si hay tantos cafés, es porque la gente se sienta a conversar harto, también. Porque, personalmente, no me sentí como extranjera por allá. Mal que mal hablamos el mismo idioma, tenemos las mismas tiendas (aparte que varias tiendas de Chile están por allá) y varios comportamientos de los santiaguinos los tienen ellos: la agresividad y andar aceleraos.

También jui a una comuna, o partido como le dicen: Avellaneda, donde un tío mío vive hace chorromil años. Cáchense que de su casa al centro, donde trabaja, son sólo 16 kilómetros, y en micro se demoraba 1 hora y media, y ahora en moto sólo 45 minutos. La cagó el tráfico. También se ven hartos autos viejos.

Es que los argentinos tienen esa cosa de meterse las regulaciones por la raja. ¿Han pedido la boleta cuando no te la dan? Te mandan a la cresta. Mi tío me mostraba un lugar específico para estacionar motos, pero éstas estaban en cualquier parte. Y para que hablar de sus policías, sin comentarios.

Tampoco vi minos ricos. Quizás si una sale a carretear en la noche, pero con la chanchi puro paseo tipo familiar nomás. Lo que sí vi fue a hombres maduros - 50 años - bien minos, con el pelo arreglado, buen físico. Eso me llamó la atención.

Nos faltó tiempo. Pero volveremos algún día. Y la chanchi se portó la raja, durmió en ambos vuelos y, como andábamos todo el día callejeando, más feliz se sentía.

Yao los vemos.

viernes, abril 16, 2010

Directo desde Buenos Aires:

La pulenta que parezco perro con pulgas: estoy mega feliz acá. Aprovecho que la chanchi duerme y que el Gato me dejó el computador para escribir.

El viaje estuvo repiola, la chanchi durmió todo el viaje. Claro que cuando despegó el avión como que nos miraba rara, pero nosotros le hablábamos puras gueas con los poquitos juguetes que le trajimos. Después tomó un poco de teta, y listo, zeta.

Llegamos en la noche por acato. Acá hay una hora más, de hecho ahora son las 8:30 de la mañana, seguro muchos de ustedes van hacia la pega o se están levantando recién. El aeropuerto es terrible de viejo (por lo menos la parte internacional) pero lo bueno que con la chanchi pasamos rajaos por todos lados. Lo único penca fue que al bajarnos del avión tuvimos que subirnos a un bus!!!! Y yo juraba que había manga, asi es que tuve que abrigar más a la chanchi. Cambiamos moneas (de dólares a pesos argentinos) y tomamos el remis (como le dicen acá) y llegamos al hotel. Yo miraba lo que más podía, pero ya eran cerca de las 12 de la noche y la ciudad dormía.

Lo malo fue en Chilito: había la meeeedia fila para las maletas, y preguntamos por una fila preferencial. Nos pusimos en ésta, y no avanzaba NADA. Cáchense que había una señora de 80 años y una embarazada antes que nosotros, y la fila normal era más rápida. Pésimo LanChile. El Gato atinó y se puso en la cola normal, y entonces pudimos pasar las maletas. La otra fila, la "preferencial", estaba igual.

El hotel este es la raja, nos pusieron una cunita corral para la chanchi, que es recómoda para mí porque la pongo adentro con sus juguetes y yo puedo estar tranquila. La cama es king, asi es que mejor aún.

Lo gueno es que estamos a dos cuadras de la calle o avenida "Florida", que es peatonal y llena de tiendas, también hay un centro comercial que se llama "Galerías Pacífico" y es hermoso el techo, una cúpula con pinturas.

Ayer estaba tan raja que me desperté apenas, me di una ducha rápida y la chanchi seguía durmiendo y ya se acercaba la hora del término del desayuno. El día estaba nublado y húmedo, por lo que ya me había hecho la idea de tener que esperar unas horas antes de poder salir. Es que acá el viento la cagó, de hecho cuando hablé por fono con un tío que vive acá hace chorromil años, me dijo que me alejara de los árboles que se caen por el viento, y después en las noticias mostraron un árbol gigante que se había caído arriba de dos autos en luz roja!!!

La cuestión es que agarré a la chanchi dormida, la puse en el coche, la tapé con un chal que le tejió mi hermana (que me ha salvado caleta) y partí al comedor a desayunar. Comí "facturas" con dulce de leche (manjar pa mi) y otras cuestiones más, y volví a la habitación a vestir a mi chanchi. Alrededor de las 12 del día la abrigué bien y salí.

Una como santiaguina igual cacha la onda de los robos y la cosa pelúa de la delincuencia. Entonces estaba en la disyuntiva: o sapeaba cual Carmela TODO (los edificios, la gente caminar, lo que venden) o me hago la dueña de casa porteña que salió a vitrinear con su guagua. O nena, como dicen acá. Porque ando con una cartera gigante que me trajo el Gato de cuando jue a Sao Paulo, en la que me cabe de todo (juguetes, pañales, pañitos húmedos, ropa, mis documentos, etc) y no quiero llamar la atención.

¿Qué les puedo contar de lo que he visto? Porque he visto poco, ayer había mucho viento y no quiero exponer a mi chanchi a nada, aunque le traje todos sus remedios por siaca, y mucha ropa también. Las calles son bonitas, por los edificios antiguos, la gente es súper individualista, en el sentido que no se preocupan si tu pasas primero o no, seguro como somos los santiaguinos en un día ajetreado. El ceda el paso o paso de zebra se lo pasan por la raja como nosotros, y los garzones, botones del hotel, el viejo que vende diarios en la esquina, todos te tutean, como si te conocieran de siglos, terribles de relajaos.

Ayer en la mañana vitrinié harto pero no compré nada, porque la ropa es cara y este sector es pa turistas y obvio que es más caro. El Gato tiene un jefe de acá que cada vez que va a Chile compra algo para sus hijos, porque de pronto encuentra más barato stgo que Buenos Aires, pa' que cachen. Igual me aburre el vitrineo, porque son las mismas tiendas que tenemos nosotros.

Acá en el hotel le di el almuerzo a la chanchi (traje colados desde allá) y cosa rara, almorzó casi todo!!!! Porque mi hermosa es media mañosa para la comida, es seca pa los postres. Gueno, me fui a comer una pizza y de postre pedí un flan con dulce de leche y le pusieron caleta!!!! Con la chanchi los comimos juntas.

Estaba tan raja que me vine a dormir, y mientras hacía zaping extrañaba la teleserie brasileña que veo: "India, una historia de amor". Y la cueita que la están dando acá también, quizás un capítulo más avanzada, asi que vi la teleserie y me dormí hasta que llegó el Gato de su curso.

Como el Gato no había visto nada, partimos a caminar. Juimos a la librería Ateneo que está en Florida, tiene dos pisos, ascensor, cafetería, sala de lectura... entera bacán!!!!! Y los libros baratos. Fuimos a la parte de los niños y le compramos varios libros a la chanchi, de esos de tela y plásticos, y también uno de regalo para mi sobrino. Después caminamos hasta que llegamos a la calle Corrientes, gigante avenida, y como ya eran cerca de las 8 de la noche, en el medio de la calle Florida, se llenó de vendedores ambulantes. Vendían de todo: poleras con letreros divertidos, calzoncillos (tienen a Maradona con "que la chupen", le celebran todo al guatón decadente), pa' tomar mate, y los típicos peruanos y bolivianos que vemos en Santiago. De hecho uno me ofreció "camperitas para la nena", y yo le dije: chaqueta le decimos nosotros. Fue divertido escuchar un peruano hablando como argentino.

Después, obviamente, nos juimos a comer carnita. El restorante no era muy grande y además que andamos con el coche atómico (compramos uno paraguas rebarato, pero preferimos traer el grande para acá, por el ofri). Pero lo bueno, no como en Chile, es que no nos pusieron cara de poto porque el coche puro incomoda. Nada de nada.

Parece que me alargué su resto, gracias a los que leyeron hasta acá. Quizás a la noche siga, o si no, la guelta en Chilito.

Yao los vemos.

jueves, abril 15, 2010

Crónicas Chuchetas CLXVIII: En Buenos Aires.

Cuando lean este post, yo estaré en Buenos Aires, con mi chanchi y el Gato.

Este viaje nos salió de casualidad: un día el Gato me llama de la pega diciéndome que tiene un curso en Buenos Aires. Cachamos cuanto costaba mi pasaje más los impuestos de la chanchi (hasta los dos años los niños pagan los puros impuestos) y listo, le dimos a la idea.

Tuvimos que sacarle carné de identidad a mi chanchita (se ve tan hermosa!) y comprarle ropa más abrigada, porque la humedad hace que se sienta más frio. Además que está lloviendo por allá.

Estoy más entusiasmada que la cresta con este viaje. Debe ser porque no salimos de vacaciones y me sirve para salir de la rutina de la casa.

Voy a sacar cualquier foto, sapear harto y a la vuelta les cuento todo lo que vi.

Yao los vemos.

lunes, abril 12, 2010

Crónicas Chuchetas CLXVII: Dueña de casa.

Desde que escribí el post pasado y ahora que estoy por renunciar, como que le tomé el peso a ser dueña de casa, definición que antes me cargaba, pero ahora me gusta.

Es que aunque una trabaje es dueña de casa, poh. O al menos así lo veo yo: teni que cachar que hay pa' cocinar, lavar la ropa y todas esas menudencias que hacen que la casa funcione. Como administradora del hogar.

Pero puta que es diferente estar todo el día en la casa, y que la pega de una sea ser dueña de casa y que no te paguen ni uno. Además de estar criando. Porque criar significa tener paciencia y tiempo, y olvidarse de una. Gueno, ni tanto. Pero por ahora no uso aros (antes no podía salir sin ellos), ni ropa incómoda ni sepsi. Pura comodidad para tomar a la chancha, mudarla, pasearla, jugar con ella, y la paciencia para darle de comer, peinarla, entretenerla.

Asi es que no me queda otra que ser dueña de casa y hacer lo que ellas hacen: ver teleseries (las brasileñas del 13 están filetes), pasear a la chancha en el coche, cachar los precios de los productos que más se consumen en la casa (incluyendo las frutas y verduras), saber los movimientos de los vecinos (no es que sea sapa), preocuparme de la Petunia y Jacinto (nuestra perrita y nuestro gato cerdo, respectivamente) y esperar que llegue el hombre que me ampara de la pega. Y pasar en el supermercado y en la feria.

Esto es lo que escogí por ahora: criar yo misma a mi hija y quedarme en la jato con ella. Con todo lo que ello implica. Y que todavía no cacho bien bien lo que es, cómo es. O como me dijo mi mamá, los tiempos de ahora no son los de antes, que la mujer se quedaba en la casa y listo. Aunque yo leo, escribo y navego en internet. Así como una dueña de casa 2.0.

En fin, gueas que pienso a veces.

Yao los vemos.

lunes, abril 05, 2010

Crónicas Chuchetas CLXVI: El dilema sin solución.

Me llamó la atención que con el post anterior me llenara en poco rato de comentarios, la mayoría apoyando mi decisión, lo que les agradezco muchichichísimo. Y la loca que opinó que es una tontera, le digo arturo que soy retonta.

Es que la situación es complicada y muchas mujeres no les queda otra que "hacer de tripas corazón" y meter a la guagua a sala cuna, esperar que se la traten bien, y ponerse a trabajar. Y otras, como yo, podemos quedarnos en casa. Pero yo me pregunto otra cosa: cuando a una le gusta harto su trabajo, se siente realizada, se imagina cómo será en un tiempo más cuando la asciendan o tenga más experiencia, o un proyecto, que se yo, ¿dan más ganas de volver a trabajar? Porque mi excusa para no volver es criar, porque antes nica me quedaba en la casa sin hacer nada, sólo porque la pega me cargaba. Nunca tan ociosa.

De verdad me lo pregunto.

Lotro que me pregunto es si existe la edad adecuada para dejar a los hijos al cuidado de una nana, mientras una trabaja en horario de oficina. ¿Quién mejor que una cuando son guaguas, y ver día a día sus pequeños cambios? Y cuando van al colegio, ayudarlos a aprender a leer, a sumar, a entender el mundo. Y luego, la adolescencia... Por otro lado está la satisfacción de una, porque ser dueña de casa es más fome que la cresta y ser una mamá amargada que pasa todo el día en la casa a convertirte en una mamá histérica que puro trabaja y que cuando te ve te puro reta, hay un puro paso.

Todavía no cacho cómo seré, porque voy dejando que la vida me lleve la mano. Además tengo algunos proyectos en mi cabeza, ideas dando vueltas, que llevaré a cabo de a poco. Pero sí tengo la idea de cómo quiero ser: ayudar a la chanchi con su aprendizaje, cocinarle rico, que se sienta amada y segura, que esta casa (o la que sea) es su hogar.

En fin, tantas cosas que hay que solucionar por el sólo hecho de parir, de tratar de ser una mujer completa, de ser una buena mamá.

Pero si fuera fácil no tiene brillo, ¿onofre?

Yao los vemos.

domingo, abril 04, 2010

Crónicas Chuchetas CLXV: Sobre la decisión pelúa.

¿Se acuerdan del post que escribí hace un tiempo? Ese sobre una decisión muy importante y trascendetal que debía tomar.

Gueno, la tomé que rato. Y ya estoy tranquila, porque cuando escribí el post, me daba mil vueltas y pensaba y pensaba. Me angustié su resto, la verdad.

Quizás algunos ya han cachado, pero la decisión tiene que ver con que renunciaré a mi trabajo, para dedicarme 100% a mi hija.

Cuál es el atao: que tengo un buen trabajo, pero no me gusta para nada. Bueno en qué sentido: guenas moneas, muchísimos beneficios, poca pega, tranquilo el ambiente. Es que llegué a ser secretaria por cosas de la vida nomás (de pendeja también) y no me motiva para nada. Una vez lo escribí, lo pueden recordar aquí.

Desde que trabajo de secretaria (me parece que de los 23 años, y ahora tengo 37) siempre me he sentido su resto amarga, siempre mirando por la ventana para afuera y escribiendo en mis ratos de ocio. Y siempre renunciaba. Lo otro que me daba eran enfermedades como colon irritable, o me cansaba caleta, o me bajaba el ánimo. Pa' que hablar del fomingo, en que me daba una pequeña depresión tan solo de pensar en el lunes. Y recién el miércoles andaba más contenta.

Claro que con mi trabajo actual como que me calmé su resto, porque tengo muchos beneficios (monetarios me refiero), un buen ambiente, un jefe piola. Pero no me veía jubilando en ese puesto, por más bueno que sea.

Asi es que cuando me vine pa' la jato con pre natal, sin querer queriendo, me traje todas mis cosas. Ni tantas, la verdad, porque para mí la oficina no es mi segundo hogar ni nada, de hecho ni uso el correo de la pega para cosas personales. Y a medida que pasaba el tiempo en que mi chanchi crecía se me hacía imposible pensar en la idea de tenerla en sala cuna (no podía ni pensar en esa posibilidad porque me daban ganas de llorar en forma inmediata), y cuando pensaba en las levantás temprano, abrigándola, dejándola en la sala cuna, luego irme a la pega, hacer lo que me apestaba... más depre me daba.

Así llegó un día de verano es que nos estábamos bañando en la piscina con el Gato, mientras mi mamá me veía a la chancha (esos extraños momentos a solas que tenemos) y le dije que ya tenía casi 37 años -todavía no los cumplía- y que estaba chata de trabajar en algo que me cargaba, que ya era hora de hacer lo que más me gustaba y que de pura agilá y asustona no hago: escribir.

Al Gato le dio un infarto pero luego que se recuperó me dijo que ya me cachaba, de hecho para él también es la idea que yo críe a nuestra chanchi, aunque en las moneas tamos fallando su resto. Igual mi sueldo cuenta. Pero le sacamos punta al lápiz y le vamos a puro darle con fe. Lo gueno es que no tenemos deudas, aunque tampoco tenemos na', asi es que tamos bien.

En fin, próximamente seré dueña de casa con todas las de la ley: sin sueldo y con cuenta rut. Porque tengo que ir a cerrar la cuenta corriente, ver el atao de la isapre, de las imposiciones. Claro que lo mejor ha sido no tener que usar más tacos, no maquillarme más, no usar cartera ni ropa con la que me sentía disfrazada. También seguiré asistiendo al taller literario, porque la escritura no la dejo por nada. Aunque con la chanchi tengo repoco tiempo, la verdad.

Eso era poh.

Yao los vemos.