viernes, marzo 26, 2010

Crónicas Chuchetas CLXIV: El terremoto interior.

Conversaba con la siquiatra del terremoto y la cacha de la espada, entonces ella me comentó que en los casos que una se ve tan cerca de la muerte (ya sea porque te cagaste de susto o por el rollo personal) se cuestiona la vida que tiene.

Yo conozco a algunas personas que les pasó. Que se preguntaron qué cresta esperan de la vida, de su vida, de sus relaciones, de su trabajo, de su día a día.

Que pelúo encuentro yo. Será porque mi única preocupación después del terremoto fue que a la chanchi no le pasara nada, que el Gato se mejorara de una vez por todas de las amigdalitis y faringitis que le dan tupido y parejo (y no es talla) y que cerca de esta casa tuviera una feria guena pa' ir a comprar.

Además que mi último terremoto personal lo tuve junto con el nacimiento de mi chanchi, y no es por hacerme la misteriosa al peo, pero ya les contaré.

¿A algunos de ustedes les pasó? ¿Esa onda de preguntarse qué cresta mi vida? Suerte con eso, porque puta que es cansador preguntárselo, y luego, hacer lo que hay que hacer.

Yao los vemos.

jueves, marzo 25, 2010

Crónicas Chuchetas CLXIII: Tiempo para mi.

Con el cambio de casa, el terremoto, el desorden, las réplicas, llegó un día que colapsé. Tenía puras ganas de irme a vitrinear, tomarme un café, SOLA.

Los que me leen de hace tiempo se acuerdan de cómo escribí acerca de mi embarazo, lleno de contradicciones y miedos. Espero que a muchas les haya servido leer mi punto de vista, porque lo que es yo no encontré en ninguna parte en internerd algún foro donde sentirme comprendida.

Y a pesar que amo a mi hija más que a nada en el mundo - más que al Gato, porque hombres hay muchísimos, pero mi hija es única- a veces me cansa y quisiera no tenerla un par de horitas nomás.

Lo mejor de todo es que caché que no estoy sola, como en el embarazo. Hoy encontré en la revista Paula este reportaje, que me alivió harto leerlo.

Yo cacho que el problema es sociológico, por decirlo de alguna manera. Apenas una queda embarazada, se habla de "la dulce espera". Sí claro. De dulce no tiene nada: te hinchai, retienes líquido, engordas (a algunas esto sí que les deprime), y al final tienes que dormir sentada. Claro que la primera vez que sentí moverse a mi chancha lloré, y cada vez que iba a control y la veía me sentía infinitamente feliz. Pero que es incómodo el embarazo, lo es. Eso sí que todo el mundo se hace el loco al respecto, porque ser mamá es lo mega máximo. Como me dijo la siquiatra una vez, es peor ser mala madre que puta.

Pienso en algunos países de Europa donde abortar no es tema de discusión y la que lo hace nadie la apunta con el dedo. Supongo que la maternidad debe verse de otra manera, donde si ves a tu vecina que fue mamá hace poco tomándose un copete o carreteando con sus amigas no piensas: ¿qué hace aquí si hace poco fue mamá?

Personalmente, necesito un tiempo para mí. Unas horitas nomás, no pido mucho. Me di cuenta hace una semana atrás, que tuve que hacer un trámite y como estaba mi mamá, mi hermana y mi sobrina mostra en la casa, jui sola. Me demoré repoco en lo que tenía que hacer, entonces me puse a caminar, mirando a la gente, vi la Iglesia de la Divina Providencia, después pasé a los Dos Caracoles a mirar, me compré un chaleco, le compré un regalo a mi sobrina, y como ya era hora de salida de la pega del Gato, pensé en ir a buscarlo y venirnos caminando, como antes, cuando éramos los dos nomás. Estaba en eso, cuando me llama mi hermana y me dice: se despertó y quiere tu teta, nada más. La chanchi llorando de fondo.

Tuve que tomar un taxi y rajar para mi casa. Pero me hizo harto bien desconectarme de todo.

Mi problema es que nadie te dice las cosas de verdad, y una se encuentra con estas sorpresas desagradables. Nadie te dice la verdad del embarazo, de los primeros meses de nacida, de los sentimientos que a una la embargan... y no se trata de no amar a mi chanchi, se trata de que también soy persona, mujer.

En fin, gueas que pienso a veces.

Yao los vemos.

miércoles, marzo 24, 2010

Crónicas Chuchetas CLXII: Terremoto juliao, segunda parte.

Según mi sobrina mostra Vale (de 12 años) apenas terminó el terremoto sonó el teléfono con mi llamada. Y por esa misma razón mantuvimos la línea teléfonica en nuestra nueva casa, porque -como todos saben- los celulares murieron, y gracias al teléfono pudimos comunicarnos con toda nuestra familia, ya que funcionaron las líneas hasta las 7 de la mañana.
Antes de subirnos al auto, le pasamos velas a la señora María, nuestra vecina (ex ahora) que vive sola y que no encontraba nada. El vecino del otro lado, don Hernán, andaba en la calle preguntando cómo estábamos.
Abrigué a la chanchi, agarramos el par de linternas que mi suegro nos había regalado hace un tiempo atrás, y partimos lentito a buscar a mi hermana, que vive relativamente cerca; unos 10 minutos en auto.
Lo que más me llamó la atención fue la cantidad de autos y gente que andaba en la calle, como si fueran las tres de la tarde. Mucha gente en las plazas, con sus perros y frazadas (quedaba clarísimo que vivían en los tantos edificios de departamentos de Providencia), y todo el mundo andando tranquilo, dejando pasar, como nunca en las calles de Santiago. El Gato manejó lento, y mientras tanto yo iba marcando el celular de mi hermano, con nada de señal.
Al edificio donde vive mi hermana no le pasó absolutamente nada, pero igual partimos para mi casa. En el auto pusimos la Cooperativa y comenzamos a darnos cuenta de la intensidad del terremoto y que fue en casi todo el país.

Ya en mi casa, nos acomodamos para pasar la noche en vela. Mi hermana con mi cuñado andaban con mp3 y lo que ellos escuchaban, nos contaban. El Gato también escuchó las noticias; yo estaba preocupada de mi chanchi nomás. También le explicamos a mi sobrina mostra que podían venir réplicas fuertes, para que supiera y no se asustara. También hablábamos con mi mamá por teléfono, hasta que mi hermano llegó tipo 6 y media de la mañana (es vecino de mi mamá, por eso). Amaneció, tomamos desayuno (con harta azúcar, para tener energía) y seguimos cagaos de susto, escuchando la radio.

Como no teníamos luz, alrededor de las 8 de la tarde partimos a Irarrázaval. La idea era encontrar un local abierto, comer algo, enchufar los celulares (aunque no servían para nada) y ver noticias.

Cerca de la plaza Ñuñoa encontramos un local, donde pedimos unos churrascos y vimos noticias. Puta que es diferente escuchar a ver. Fue muy muy impactante ver la zona de Concepción destruida.

Lo peor es que venían y venían réplicas, entonces estábamos comiendo, viendo noticias, mi hermana hablando por celular con mi mamá, y venía el remezón. Yo salía cascando con la chanchi en brazos y el Gato siempre tratando de tranquilizarme.

Y más que irme por los detalles del día a día (que fue el doble de estresante porque la persona que nos cambiaría el lunes de casa no llegó, ya que estaba en Constitución atrapado), recuerdo el ambiente en general que se vivían en esos días: la gente andaba distinta, con cuidado, impactada. El domingo 28, bien temprano, partimos con el Gato a un supermercado que nos quedaba cerca de la casa, a comprar pocas cosas, porque jamás entré en esa locura de comprar harina por miles de kilos, como vi. Y el supermercado estaba lleno de gente, llenando el carro de abarrotes como si fuera el fin del mundo. Si me voy en la mística, como que las energías estaban bastantes bajas. Nosotros compramos lo básico para tomar desayuno y hacer almuerzo, nada más.

También compré pan en un almacén cerca de mi ex casa. La gente estaba haciendo la fila (me parece que fue la mañana siguiente del terremoto) y mientras tanto el Gato con la chanchi andaban comprando bebidas. En ese momento conocí a más vecinos, y todos contaban cómo lo habían pasado, cómo estaban, que se les había roto. Llegó el pan (que no era mucho) y no faltaba el desubicado que quería como 20, entonces el dueño del boliche más toda la gente le decíamos que fuera solidario, que todos los vecinos queríamos pan. Yo compré 7, y vendían de acuerdo a la cantidad de gente que quedaba.

Ya será un mes del terremoto, y cuando hago memoria para escribir este post, por supuesto que no son buenos recuerdos (que obvio), son más bien días raros, con la gente asustada, sin luz, viendo noticias tristes, de la gente pasándolo pésimo.

Así fue más o menos la cosa.

martes, marzo 16, 2010

Crónicas Chuchetas CLXI: Terremoto juliao, primera parte.

He estado tantos días desconectada de internerd que no cacho por donde empezar. Me gustaría visitarlos a todos primero, para ver como van y cómo vivieron el terremoto, pero aprovecho de bolsear internerd a algún vecino pajarón que no pone clave, ya que mañana (se supone) nos instalan todo el pack de la compañía de cable y telecomunicación, entonces, cuando mi guatona se duerma, podré navegar con calma y guena letra.

Y a pesar que han pasado varios días ya del terremoto, igual quiero contarles mi experiencia. A los que no les interesa, pueden dejar de leer. Así de fácil.

El viernes 26 de febrero en la mañana firmamos el contrato de arriendo de la casa en que me encuentro ahora. Como nos creíamos organizados, el Gato había pedido vacaciones (la idea era cambiarnos y luego escapar a Viña del Mar), la mudanza la haría una persona que es de nuestra plena confianza y teníamos casi todo embalado. Felices por haber firmado el contrato, partimos a almorzar comida peruana.

El sábado 27 se nos pasó embalando y ordenando. Esa noche hicimos la cama en el living (usando solamente el colchón) porque la idea era tener el domingo más relajado, para así el lunes subir todo al camión con calma.

El Gato se acostó cerca de las 3 de la mañana; nosotras con la chancha estábamos zeta que rato. Quizás mi miedo a los temblores nos ayudó a salir prontamente de la casa esa madrugada. Y mi temor es bastante obvio: que se convierta en terremoto. Porque la diferencia la da la duración del movimiento, y a eso yo estoy siempre atenta. Quedé traumada con el terremoto del 85, de seguro.

Me costó despertar al Gato. Mucho. Creo que le dije que se levantara porque era un temblor fuerte. Salimos a la terraza y comenzó el movimiento con ruido, mucho mucho ruido. ¿Cómo poner en palabras el terror de ese momento? Para los que nunca han vivido un terremoto, la tierra se mueve como cuando una está arriba de un barco en el mar bravo. Algo así. Encima de la mesa de la terraza teníamos diarios (para embalar lo delicado) que se caían y los colgantes que tengo en el jardín sonaban muy fuerte, por el movimiento. Mi chanchita durmió todo el rato, la Petunia (nuestra perrita) saltaba al lado nuestro y mis gatos salieron corriendo y gritando, asustados. El Gato nos abrazó y la verdad es que su actitud tranquila me mantuvo más o menos estable, porque lo único que hice fue rezar y abrazar a mi hija, que no se despertó.

Después el Gato me comentó que lo único que hizo todo el rato fue mirar las paredes, por si se caían. Y mirar el tendido eléctrico afuera, porque los cables estaban rojos. Afuera de nuestra casa habían unos cables todos quemados, en el suelo.

Por puro instinto, apenas terminó el terremoto, llamé a mi hermana que vive en un 5 piso. Estaba muy tranquila, y le dije que partíamos a buscarla, ya que vivíamos relativamente cerca. Llamé a mi mamá que estaba sola y lloraba la pobre, porque mi hermano estaba de vacaciones en Viña del Mar. La tranquilicé un poco contándole que iba a buscar a mi hermana, que estábamos todos bien.

Después sigo, porque la chanchi tiene hambre.

Gracias a todos por la preocupación.

viernes, marzo 05, 2010

UPDATE (bolseando internerd)

Estoy en la casa de mi suegro bolseando internerd, dando las gracias por las felicitaciones que me dejaron en mi facebook por mi cumple (el jueves 4 cumplí 37) y revisando correos de la pega y gueas así.

El martes me cambié de casa y por eso estoy desconectada. Han sido días terribles después del terremoto, sólo dar las gracias por que no nos pasó nada, pero ver el dolor ajeno es demasiado.

Ya me pondré al día con mi blog, los leeré a todos y ojalá la gente que ha sufrido tanto tanto tanto de a poco reconstruya su vida.

Lo único terrible fue que un hijo de la gran puta atropelló a mi Pulgosito, pero lo enterramos en la casa. Nos queda la Petunia (nuestra perrita) y Jacinto, hermano de Pulgoso.

Un abrazo apretao a todos.