
Cuando era broca me puse fanática de Graham Greene y me devoré hartas de sus novelas (me pasa que me fanatizo con un escritor por temporadas) hasta que leí su famosa obra, hasta película le llea, “The End of the Affair” que se conoció como “El ocaso de un amor”, me parece. Y como era broca y como estudié en un colegio católico de kinder a cuarto medio y hasta un año más porque soy terrible de floja también, me pregunté que pasaría si yo hubiese sido criada en una sociedad donde la iglesia católica no tuviera tanto que ver con el comportamiento de todos nosotros, los chilenos, y Latinoamérica también.
Y ha pasado el tiempo y ya no me pregunto lo mesmo, sino que me da rabia, pero no tanta tampoco. Me molesta leer en el diario de mayor circulación del país columnas de opinión y cartas al director donde lo único válido es, por ejemplo en estas fechas, celebrar el mes de María y que tengo que ayudar a la Teletón (cosa que no hago y tengo mis razones y por último es gueá mía) porque Jesús así lo dice. Y también tengo que estar en contra de la píldora del día después y de la eutanasia y del aborto y de las relaciones prematrimoniales y de varias cosas más sólo porque la Iglesia Católica lo dice y como yo soy entera monga debo obedecerles porque ellos sí saben lo que es mejor para mi y el libre albedrío que supuestamente Dios me dio lo tengo que olvidar. (pa' no decir que me lo meto por la raja que suena terrible de feo).
Lo que a mi me parece es que la Iglesia Católica es una de las instituciones en este país que representa fielmente la testadurez, obstinación, y ansias de poder de una manera que me da hasta un resto de vergüenza.
Por eso no tengo religión: porque no me respetan como ser pensante.
Yao los vemos.