sábado, agosto 16, 2008

Crónicas Chuchetas XLII: Cómo si fuera otra persona.

No me mire con esa cara, doctor, si sé que la última vez le dije que me buscaría otro siquiatra que me diera respuestas y no miradas. Pero usted me conoce, por eso yo estaba segura que si le pedía hora a la Lore (harto loca su secretaria, no sé si se lo comenté alguna vez) no me pondría problemas.

Es que me enojé mucho porque usted no fue capaz de ayudarme. Si sé que yo sola debo hacerlo y que usted sólo me acompaña de lejos en el camino, pero no supe que hacer y finalmente, acá me tiene, lejos de Juan Antonio y todavía casada con el fome y tontorrón de Francisco.

¿Puedo encender un cigarro? La verdad es que estoy muy enojada, doctor. El día que vine, hace como ocho meses me parece, tomé mi jeep y manejé por la costanera hasta que se acabó, pensando. Juan Antonio puede ser el amor de mi vida, pero (va a sonar feo) no tiene la plata que tiene Francisco, y yo no trabajo ni loca. Imagíneme a mi, casada con Juan Antonio, llegando todos los días a su departamento medio chino (porque al mío no me voy ni loca, con lo que me pagan de arriendo vivo feliz), después de un día de trabajo, sin poder hacer lo que me gusta, ver tele, vitrinear, leer las revistas esas internacionales, hablar por celular… estoy segura que el amor se acabaría. Juan Antonio se creerá medio monje de esa religión rara, pero yo soy una mujer que siempre fue mimada y me gusta serlo.

El día que le dije todo esto a Juan Antonio tuve que inventarle una mentira gigante a Francisco. Le inventé que andaba viendo casas porque, a pesar que vivimos en un departamento espectacular, sería bonito tener plantas y un perro. Y también hijos, me respondió él. Me quedé en silencio (me acordé que el que calla otorga) y me fui directo al departamento de Juan Antonio.

Lo que me dio más lata fue que me recibió con un tremendo abrazo y un colgante bastante bonito, no caro pero representativo de su religión, lo que supongo vale más que el solitario que Francisco me regaló la navidad pasada. Tenía hasta una botella de champaña helándose porque él juraba que yo venía de hablar con Francisco, porque le comenté que nos juntáramos después de una conversación larga que necesitaba. Jamás se le ocurrió pensar que yo venía para acá.

Me tomé dos copas de champaña al seco para poder tener valor de decirle. Y obvio, él se dio cuenta que algo no andaba. Incluso me preguntó si estaba embarazada. Cerré los ojos y me puse a llorar. Despacito eso sí, no crea que soy como esas mujeres buenas para el escándalo. Y mientras Juan Antonio me abrazaba, abrí los ojos y miré su casa, sus vasos, sus sillones, esos cilindros para la suerte, todo su alrededor. Y le dije: no me puedo casar contigo.

(Continuará).

13 comentarios :

Anónimo dijo...

Veo que es la continuación del cuento de la mina que decía que no le gustaban los hombres buenos, pero que en el fondo le regustaban y ella era la mala...
Genial que siga la saga... ya vez que nos dejas metidos.
Saludos,
Laura

escorpiona dijo...

¿Billetera mata a galán?...

Saludos sita

Chau

Unknown dijo...

Debería odiar a la protagonista de tu cuento... pero tiene algo que me recuerda a alguien que quiero mucho... si sé, un horror, pero así son los afectos.

Sígale... pa ver en qué termina mi amiga (oops! se me salió, jajaja)

Besitos Xuxetita

Gonzalo Villar Bordones dijo...

chita la mina materalista.

Blood dijo...

¿Amor al billete? ¿Eso que muchos niegan de la boca para fuera pero viven de la boca para adentro? Me gustó el texto en primera persona estimada sita furia.

Saludos sangrientos

Blood

mahiakeff dijo...

Si supieras la de veces que he escuchado algo por el estilo. Antes, de pendejo, me daba un poco de náusea. El amor prístino, los valores ultraterrenos y todo eso. Ahora que ya voy entrando en la madurez (tardía y todo pero madurez al fin) veo a la humanidad con más cariño y menos altura. Somos lo que somos y sería. Seres humanos acosados por nuestra historia, nuestros miedos y la soledad. Seres humanos al fin y al cabo.
Un abrazo grande

Luis

Insisto... dijo...

Concuerdo en algo con señor Blood.
Todos rechazamos lo superficial, pero pasamos metidos en banalidades queramos o no.
Un trueque tan truculento como el amor versus comodidad.
A todo esto ¿en que banco tenía cuenta? jajajaja
Saludines chucheta!!!!

montt dijo...

Me tinca que la decisión no era tan complicada. Un esotérico, ni con plata encima. Jajajaja... ufff!

Cariños
Montt.

Jaime Ceresa® dijo...

Oye..que bueno este cuente...me evoca a ene gente (hombres y mujeres) que son incapaces de solucionar sus temas, que provocan sus propios males y depositan en terceros la esperanza de cualquier solución en vez de simplemente cruzar solos la puerta.

Esperaré la continuación.-

 kotto dijo...

jejeje.. que bueno que siga el relato anterior ... vamos aver que sigue...

propenso dijo...

Pero yo quería que siguiera el del compadre que se encontraba con la mina en el gimnasio. Me pareció interesante, pa que estoy con cosas. Este último no lo leí en su plenitud. Es que el otro estaba más cool porque es la visión de un hombre escrito por una mujer que eres tú. Como sea, saludosooo

l dijo...

"incluso me preguntó si estaba embarazada" Sonreí en esta parte buenos relatos, estoy enganchado! un abrazo!

Unknown dijo...

mmmmmmmmmmm
Muy bueno, muy bueno, a la espectativa de lo q se viene.
Salu2
P@m