Puede que muchos de ustedes que ya son madres o padres me encuentren media agilá o soñadora, pero tengo mis razones.
Ocurre que tengo la creencia que la vida de mi hija no es de mi propiedad. Nosotros la engendramos con puro amor y hartas ganas, ahora la llevo conmigo y mientras me duele la espalda, meo a cada rato, me siento como globo con pelo largo, ella crece y me avisa con pequeños golpes que está conmigo. Luego nacerá y desde ese momento la cuidaremos y nos preocuparemos que estudie, que aprenda buenos modales, escuchará la misma música que nosotros hasta que comience con la adolescencia y nos encuentre unos viejos de mierda, salga del colegio y a medida que todo esto ocurra iremos cachando si le gusta la música cómo para dedicarse a ella, o si prefiere las matemáticas a leer, o que le encanta sacar fotos o quizás que cosas más. Ya será adulta, o casi. Y durante todo ese tiempo, la estaré preparando para ser un ser humano, porque algún día se irá de mi lado, dejará su pieza, nuestra casa, para hacer su vida. ¿Y qué chucha tengo yo que andar metiéndome en lo que ella quiera hacer de su vida? ¿Acaso tendré el derecho de decirle: hija, con tu padre nos sacamos la cresta para que fueras una gran ingeniera civil, no una pobre actriz???
No poh, no lo tengo ni lo tendré. Será su vida. Y ella decidirá. Claro que todas sus decisiones se basarán en lo que verá en nosotros como padres y como personas, mal les pese a algunos que, por más que renieguen de sus padres o madres (gente con historias pencas de la niñez que tiene familia disfuncional, por ejemplo), somos lo que somos por nuestros padres.
Lo único que quiero para mi hija es que sea feliz, claro que no de un día para otro como las princesas de cuentos. Seguro tendré que verla con pena, media perdida, angustiada, todo lo que forma parte de la felicidad, del crecimiento penca pero es lo único que nos sirve. Y aunque quiera que su dolor sea mío, tendré que verla llorar con angustia, enseñarle a pararse y sonreír, a ser agradecida de la vida, y así encontrará la felicidad, aunque sea milica que sería la única guea que la pulenta no quiero que sea.
Yao los vemos.