miércoles, enero 27, 2010

Crónicas Chuchetas CLV: Desiciones pelúas.

Si no escribo hace un rato ya es porque no tengo tiempo, la verdad. Me acuesto cansadísima, y los días se me pasan volando, porque el quehacer de madre es caleta. Incluso he adelgazado sin hacer nada de nada, al parecer es el traqueteo diario.

Pero lo que mantiene ocupada mi mente es otra cosa. Tengo que tomar una desición que cambiará harto mi vida. No tiene que ver con el Gato ni que nos separaremos ni nada de eso. De hecho, el Gato ni cacha, la única que sabe es mi hermana.

Siempre he sido jugada y aperrá, como que cierro los ojos y me tiro al vacío nomás. Ahora es algo parecido, pero está la chanchi y sus múltiples necesidades, aunque estoy segura que la necesidad de tener una madre feliz es la número uno.

En fin, estos días he estado pensando, tirando lápiz, preguntando. Hoy voy a tener una respuesta a otro asunto que me ayuda a tomar esta desición.

Les rejuro que cuando ya sepa lo que haré les contaré, que lata escribir en clave. Pero todos los que alguna vez tuvieron que decidir para hacer un cambio radical, saben lo duro que es.

Tengo que creerme más la raja y así todo saldrá bien.

Yao los vemos.

sábado, enero 16, 2010

Crónicas Chuchetas CLIV: El Compin.

O "Comisión Médica, Preventiva e Invalidez", cómo pueden leerlo acato.

He ido tupido y parejo, porque de la isapre me han rechazado todas las licencias. Gueno, en estricto rigo me aceptaron la primera, la segunda me autorizaron 6 días, y de ahí en adelante, puro rechazo. Y no me pregunten que onda de las licencias y cuando vuelvo a trabajar y quien cuidará a mi hermosa chanchi. Ya lo contaré.

A la única oficina del Compin que he ido es la que está en José Miguel Infante, cerca de ese hospital triste. No cacho si las demás serán igual o peores, porque mejores no creo.

La cosa es que a la entrada ya se cacha que desde 1976 (por ser generosa) que no se compra nada ni se pinta ni se hermosea como lugar de trabajo. Lo pior de todo es que la rampla que pusieron para la gente que va en silla de ruedas es entera empiná y peligrosa, porque yo la usé con el coche y chucha que me costó, me imagino a los discapacitados.

Todos los que hemos trabajado en empresas privadas cachan que la atención al cliente externo e interno (o sea los lolos y lolas que trabajan con una) es súper importante y bla bla. Gueno, acá les importa una soberana raja. Para todo hay que hacer cola, pero eso no es tanto problema, lo pior que no hay NADIE que te informe de NADA. La pulenta.

La primera licencia que me rechazaron jue antes de parir, es decir, la primera vez que jui a hacer el reclamo tenía la media guata. A la entrada está la cola de la pobre gente que usa Fonasa (siempre es larguísima) y más adentro, después de una rampla más decente de la afuera, está la ventanilla que corresponde a las isapres. Me puse a la cola - la gente, en general, se mete por la raja a las embarazadas- y un guardia bien atento me preguntó qué necesitaba. Le mostré el papel de la isapre con el reclamo y me pasó un papel que tenía que llenar, para después presentarlo en la ventanilla. Ahora que no estoy embarazada, tengo que hacer la cola para pedir el formulario famoso, y después que lo lleno, tengo que volver a hacer la cola para entregarlo. En serio.

Lotra vez estaba en la ventanilla mientras una lola me recibía este papel, y una tipa se paró al lado mío y le pidió un formulario. La mina no la pescó; siguió escribiendo y revisando mis datos. La lola le volvió a pedir el papel, y ella, como si nada. A la tercera vez le dijo: ¿no vez que estoy ocupada? Con tono de voz y cara de apestada. Yo me pregunto qué tanto le costaba dejar de escribir cinco segundos para pasarle el famoso formulario. La cosa es que la tipa le dijo que porqué no dejaban esos formularios afuera, que siempre había que hacer cola y la otra, ni se inmutó. Si yo trato así a algún cliente en mi pega, me echan cagando de una. En todo caso, jamás trataría a nadie así porque soy educada desde niña, para empezar.

Cuando yo voy, trato a estos gueones flojos terrible de bien: los saludo con una sonrisa, les doy las gracias, me despido. Porque ellos tienen una tiranía con las cagás de papeles, pa' que estamos con cosas. Hasta he llegado a pensar que si les caiste mal, metan tus papeles en una caja olvidada y cagaste te mandó saludos.

En el Compin se respira un aire de apestamiento, de gente lateada, con cara de rabia. Porque aparte que la cagá de isapre te sale cara (o porque vai a tener guagua o porque estai vieja), teni que ir a reclamar a donde te atienden como el poto, con la cara ídem, y nadie te da ninguna respuesta si no tienen ganas y si te gusta gueno o si no, anda a reclamar. Eso me indigna, frescos de raja, se van a paro los breas y a una la evalúan a cada rato en la pega.

Debo aclarar que esta "semblanza" es dirigida a la gente que trabaja en atención de público en el Compin, porque gracias a los reclamos que he hecho me han pagado todas las licencias (me cago de la risa de mi isapre, lero lero).

Da rabia ver a los empleados públicos tan frescos de raja y cómo utilizan su supuesto "poder" para ponerle la pata encima a la gente. No les cuesta nada ser amables, poner los formularios famosos al alcance de cualquiera y responder las preguntas que una le hace, si mal que mal, nosotros les pagamos el sueldo.

Como dice la canción de Sinergia: si usted sabe lo que tiene que hacer, entonces hazlo bien poh gueón oh!

Yao los vemos.

viernes, enero 15, 2010

Crónicas Chuchetas CLIII: Pa' la plaza Uruguay en las tardes.

La chanchi se me aburre caleta en la jato (casa pa' los no vivos). Es que desde que las tardes se pusieron ricas, salíamos a caminar; debe haber tenido cerca del mes. Así bajé de peso su resto, y además me servía de paseo porque estaba encerrada todo el día, porque igual hace ofri en agosto.

La cosa es que se acostumbró a patiperrear y cuando llora y reclama y le doy teta, la hago jugar y nada la calla, es que está aburrida y quiere salir. Entera patiperra.

Claro que ahora no camino 1 hora como antes, porque hace más calor que la chuchetumare. Entonces vamos pa' la plaza Uruguay, que nos queda cerca de la jato.

Esta plaza es bacán, porque tiene unos árboles gigantes, juegos para niños y no pasan casi nada de autos. Siempre está lleno de brocas jugando, andando en bici, niñas con sus coches y las nanas que los acompañan. Lo que hacemos nosotras es tirarnos en el pasto, pero con un chal. Tengo uno especial para el efecto (el típico de picnic), además le llevo unos tres juguetes (sus favoritos, obvio), una muda de ropa (nunca se sabe), dos pañales (entera cagona) y el libro que esté leyendo.

Llegamos, saco el chal, tiro a la guatona de espalda, y listo. Todo es placer para ella. Se pone a hablar en su idioma guaguno y a mi me da lata no llevar el computador para escribir allá, porque es la raja estar en el pasto, sintiendo el viento fresco, escuchando las risas de niños mientras juegan... es lo máximo para mi también.

Así es como me ha cambiado la vida. Aparte que no puedo tomar, ni comer ají ni varias custiones más - como los exquisitos porotos granados- por la cosa del amamantamiento. Mis días son iguales en lo que a rutina se refiere, y mi vida es tranquila y plácida. Y no hay nada mejor que esto, que ser mamá, que ir a la plaza Uruguay para que se entretenga mi chanchi, verla reírse, verla hacer distintas cosas día a día. Es la raja ser mamá.

Yao los vemos.

miércoles, enero 13, 2010

Crónicas Chuchetas CLII: Con la pechuga ajuera.

Ahora les voy a contar sobre dar pecho. O dar teta, como todo el mundo le dice.

Me acuerdo (como si fuera hace mucho tiempo) que la primera vez que me pusieron a la chanchi pa' que mamara -recién nacida, porsupoto-, me dolió más que la chuchetumare. Y me dolió caleta por una semana, más o menos. Ahora ni la siento.

Como soy entera obediente de los dostores, enfermeras, matronas y todo aquel que sepa de verdá (no consejos de toda la gente que ni pesco), compramos arturo una crema pa' los pezones, la que me echaba a cada rato, cada vez que le daba tetita a mi hermosa niña. Así es que lo único que sufrí por dar pecho jue el dolor del principio.

Y una anda todo el día con las pechugas ajuera, al principio. Por lo menos a mi me pasó así, ya que mi cerdita tomaba todo el día, porque obviamente no tenía suficiente leche y su estógamo era entero enano y, además, se cansan succionando. Pero después de la teta le daba relleno y quedaba flor. Gueno, ni tanto. Haciendo memoria, creo que tomaba cada una hora, o cada dos. Hasta que le suspendieron el relleno (que apenas tomaba) porque quedaba lista pa' la foto con pura teta. Y de hecho es entera guatonita por lo mesmo.

Entonces, como daba pecho todo el día, y además no soy muy pudorosa, llego y me saco la teta en cualquier lugar para amamantarla. Porque cuando tiene hambre, queda la cagá. Si cacho que está aburrida la gueveo un rato y se le pasa, pero si tiene hambre, tiene que comer de una.

Lo que pasa es que las pechugas de una pasan de ser un objeto erótico a ser comida. Así lo siento. Porque en esta etapa de la chanchi yo ando con pura ropa cómoda y sin tacos, con el pelo amarrado, entonces pensar en verme de alguna manera que no sea práctica para hacer todo lo que hago con ella es imposible.

Tampoco soy muy complicá pa' salir con ella, agarro mi cartera gigante (que me trajo el Gato de Sao Paulo, porque me cargan esos bolsos ñoños pa' ponerle las gueas a las guaguas), le pongo los pañales, el hipogló, toallas húmedas, una muda de ropa, babero y listo, porque lo megapulento de dar teta es que andai con la comida lista, na de complicaciones. De hecho, le he dado pecho a la chanchi en la calle caminando (justo antes de llegar a la casa después de un paseo en coche se pone hambriá); sentada en la vereda, entre dos autos (porque no había un lugar para sentarme); en las plazas y parques; en el patio de comida del Parque Arauco (y ya había ido al lugar que tienen especial para amamantar); arriba del auto (ella se queda sentada en su sillita y yo me estiro); y así, suma y sigue. No falta el depravado que me mira, pero yo ni ahí con los pelutúos.

Me gusta dar teta, me gusta hacerle cariñito en el pelo a mi cerdita, o acariciarle el brazo (porque lo estira cuando mama), hablarle, mirarla a los ojitos. Espero darle por mucho tiempo más, porque además la calma y la hace dormir. Yo le puse la "tetadicta", porque es seca!

Es la raja ser mamá, a pesar de las preocupaciones que vienen de la mano. Hasta veo a mi otra hija (o hijo) al lado de mi chanchi, durmiendo al medio de nuestra cama.

Las que son mamás, y los que son papás, cachan la movía.

Yao los vemos.

sábado, enero 09, 2010

Crónicas Chuchetas CLI: La vez que se nos apagó la tele.

Esta "anécdota" nunca la he contado, porque la verdad es bastante vergonzosa. Pero como ahora es verano y dan puras gueas en la tele y en las noticias puro hablan de lugares de vacaciones, me dije a mi misma que, para que se caguen de la risa, la haré pública ahora, además que igual ha pasado su rato.

Estoy casi 100% segura que fue para el primer aniversario de The Yeguas. Obviamente, partimos pa' La Piojera, cada uno por su lado eso sí. En aquel tiempo con el Gato teníamos cero obligación -sólo alimentar a Jacinto y Pulgoso-, por lo mesmo ese sábado nos levantamos tarde y nos hicimos unos completos como almuerzo.

Llegamos primeros, parece. La cosa es que pedimos un jarro de terremoto y mientras llegaban las demás lo tomamos. Pal que cacha La Piojera, estábamos en una mesa al fondo, mirando desde la barra. Como siempre, se llenó el lugar y pura gente malita pal gueveo. Cerca nuestro habían unos lolitos con unos tambores y tocaban música, pero no me acuerdo que tocaban. Lo típico que pasa en La Piojera es que cuando hay un grupo gueno pal gueveo, toda la demás gente agarra papa. Y entre los lolitos que tocaban música, la mayoría cantando y riéndose de puras gueas (la mayor parte bastante curao), apareció la "Echatira" (en vez de Shakira, pa' los no vivos), una lolita terrible de rollúa, que baila al son de los tambores. Suena bonito lo último, pero la loca estaba entera cocía y le ponía las tetas en la cabeza a los hombres, al son de los tambores, obvio. Y como estaba tan reborracha, cuando se cansaba, se sentaba con la cabeza y los brazos hacia abajo. Bastaba que nosotros nos pusiéramos a aplaudir y a decir: ¡¡¡he, he, he, he!!! y la lolita se ponía de pie -apenas- y seguía bailando. Terrible de jugosa.

Pa'l que no cacha, La Piojera cierra temprano, tipo 11 de la noche. O capaz que haya cambiado, porque hace tiempo que no voy. Desde esta vez que se nos apagó la tele. Tienen que haber sido tipo 9 de la noche cuando con el Gato estábamos enteros borrachos, de tanto tomar Terremoto. Hasta el día de hoy no nos acordamos ni cuánto tomamos, ni a que hora quedamos raja. La cosa es que un rato se me perdió el Gato, entonces miro pa' tras (hacia la barra) y lo veo abrazado con un loquito, chupando y conversando. Una explicación ahora del Gato: es entero gruñón, jamás abraza a nadie y menos a un lolito que no cacha. Entre lo que recuerdo, es que decidimos irnos a la casa de mi hermana.

Tomamos el metro, pero antes, el Gato echó la corta cerca de La Piojera, cosa que recuerda apenas (lo pior es que pasa reclamando por los gueones chanchos que lo hacen). Según me contaron -algo recuerdo- es que en el metro yo le iba reclamando al Gato el porqué conversaba con el loquito aquel, si acaso era importante o si acaso trabajaba en Codelco. Esto último se lo dije por la pega del Gato, que le venden gueas al sueldo de Chile. Y de curá, también.

Mi hermana vivía lejos del metro, entonces de éste tomamos taxis pa su jato. Y como éramos caleta, nos dividimos. Al pobre flaco lo dejaron a cargo mío y del Gato, y como no se ubicaba bien donde vivía mi hermana, se bajó antes. La Yegua Viciosa lo llamó al celular porque nos demorábamos mucho en llegar, y el flaco le dijo que apenas podía con nosotros, porque ya estábamos mega raja, incluso yo guitrié en la calle. Según el flaco parecía doko (esa comida de perro), pero eran los completos del almuerzo.

De la casa de mi hermana algo recuerdo. Lo que sí nos contaron es que el Gato se ponía mega porfiado y no se quería ni subir al ascensor ni después bajarse. Mi sobrina mostra, que era más chica, quedó media impactada al vernos, porque parecíamos zombies. Dormimos en la cama de mi hermana y del Mono.

Al lotro día, el Gato se despierta y me dice: Amor, ¿dormimos dónde tu hermana? No se acordaba de NADA. Yo me quería puro morir, me sentía pésimo, la peor caña que recuerde. El Gato se creía la raja porque según él no había gomitado nada, pero se cachó el pantalón con guitriao y después nos contaron que gomitó el velador de mi hermana.

Nos fuimos pa la jato porque iba mi suegra a almorzar, y la idea era tomar un taxi, pero estaban todos los cajeros automáticos malos. Obligados a tomar cromi, yo sintiéndome cada vez peor, subían esas viejas hediondas a perfumes dulces (más mal me sentía) hasta que no aguanté más y en plaza Italia nos bajámos. Tan, pero tan mal me sentía, que me puse a llorar. Sacamos moneas, tomamos un taxi y en la jato nos mandamos el milagroso viadil compuesto.

Releyendo caché que no me quedó para nada divertido, pero gueno, el humor no es mi fuerte. Guea que nos imaginen enteros jugosos, borrachos y sin cachar nada. Nos sacaron fotos, y la carita te la encargo.

Yao los vemos.

viernes, enero 01, 2010

Crónicas Chuchetas CL: Hay que sacrificarse por los hijos.

Mi suegro siempre lo repite. Yo lo escucho en silencio, hasta que le encontré razón.

Claro que no es un sacrificio-sacrificio. Porque una lo hace por amor.

Y mi año empezó terrible de sacrificá, pero comienzo del principio. Habíamos decidido con el Gato pasar el año nuevo solos, con la chanchi durmiendo. Porque de carretes y el gueveo ya no estamos, o más que eso, una anda en otra con la crianza, que me encanta. Además ya he carreteado caleta y ahora es tiempo de ser mamá, opción que yo escogí, la chanchi no me pidió venir al mundo tampoco. En fin, partimos el miércoles al súper a comprar puras custiones ricas para comer: camarones, gueas pa' picar, champaña pituca, entre otras cosas. Nuestra idea era arreglarnos, poner velas (compré unas preciosas) y cenar juntos en la terraza. Ese era el plan. La cosa es que el jueves -ayer- amanecí con el pulento dolor de guata, me dio la tonta colitis y después de ducharme, gomité. En resumen: me sentía como el copi. Venía mi suegro a almorzar, asi es que el Gato tuvo que hacerse cargo de todo y yo me acosté a dormir con la chanchi, sintiéndome pésimo.

Me levanté a ver como almorzaban y entregar los regalos (pa' la navidá al Gato le dio amigdalitis aguda y estuvo con fiebre, por lo que tuvimos que suspender cualquier visita post navideña), lo gueno es que se fueron temprano por el año nuevo, obviamente. Creo que comí con raja tres galletas de soda y una sopa de pollo que me hizo el Gato. Me acosté temprano, porque me sentía débil, tenía la guata hinchá (parecía preñá de 5 meses) y con cero ánimo. Me puse a ver puras gueas en la tele: el programa grabado del pikle morandé, al juan antollo labra cantando en la torre Entel. Cerca de las doce el Gato les cortó las garras a la chancha (se las lima también, queda entera pulenta), me puse un chaleco, sacamos las velas a la terraza, y nos dimos el abrazo. Donde vivo es entero piola, no se escuchaba a nadie, sólo fuegos artificiales desde lejos.

Tipín 1:30 me dormí. También vimos los fuegos de Valparaíso en la tele, mientras mi hermana me llamaba desde allá, feliz de la vida.

Por suerte hoy amanecí su resto mejor de la guata, asi es que las cosas ricas que compramos las vamos a dejar para el próximo finde yo cacho, onda una cena especial para los dos, cómo lo teníamos planeado.

Y aunque no hubiera estado enferma, me gusta estos sacrificios que hago por mi hija. De hecho, mientras muchos de ustedes están comenzando a pensar dónde ir a carretar, yo estoy acostada que rato, dando pecho, navegando en internet, leyendo. Y la pulenta que me gusta esto, de estar los tres solitos en familia, con nuestra rutina, cantándole a nuestra hija, bailándole y maravillándonos con cada cosa pequeña que aprende cada día.

Y si algo tengo que pedir para este año que comienza, es salud y felicidad para mi hija, nada más. Y para los hijos de todo el mundo, hasta de los que me caen mal.

Yao los vemos.