Por supuesto no falté más a clases. Y durante dos semanas estuve pendiente de encontrarme con él a cada rato. Y andaba más caliente, si hasta el bueno de mi marido estaba sorprendido. ¿Es malo acostarse con alguien si una está pensando en otro? Yo creo que no, mientras el otro no lo sepa.
También me puse a dieta y me compré ropa como las viejas que iban al curso de bonsái: poleras y pantalones de algodón o de lino, anchas, onda etérea, porque si algo tiene Juan Antonio es que se fija harto en esos detalles.
A la tercera semana me invitó a almorzar a su departamento. Yo ya lo conocía, pero llegó tan cambiado de su viaje a China o Japón, que había que entrar sin zapatos y era como bien minimalista el ambiente. Me dijo que ahora era budista y tenía en algunos lugares de su departamento unos cilindros bien raros que cada vez que uno pasa hay que darlos vuelta en el sentido del reloj y así a una le va bien o algo parecido. Yo lo hice igual y ponía hasta cara de seria.
El almuerzo fue un plato vegetariano bien sabroso, y tomamos jugo de piña. Nada de ron o pisco sour como antes. Tampoco música estridente. Todo era como chino. Tuve que fingir que estaba muy interesada en su onda, poner cara de sí que bueno cuando me contaba sus historias con la china, hasta me mostró fotos, y harto feita que era. Incluso, cuando vi la foto y entre risa le dije qué como se había fijado en alguien tan fea (él que es tan preocupado por la parte estética), se puso serio y me dijo que ahora le importaba lo de adentro, que ya no estaba para perder tiempo como antes.
Seguí yendo a clases de bonsái, una fomedad, y haciéndome la profunda y mística cuando nos veíamos. Tampoco lo busqué tanto. Mire, los hombres son más fáciles que la tabla del uno: basta que una no quiera para que ellos se calienten.
Y el destino de nuevo, fíjese. Mi marido me anuncia que tiene que irse por dos semanas a Estados Unidos a un training, y Juan Antonio me invita a un resort medio místico en Algarrobo. Claro que me costó convencer a Francisco que no quería ir a Estados Unidos, porque sabe que viajar me encanta, pero con la mentira que allá está todo nevado y que acá hay solcito, se quedó tranquilo. Por suerte se le olvidó que me encanta esquiar, si no, me hubiese resultado más difícil aun.
Partimos en mi jeep, porque Juan Antonio le da con usar moto. Ni loca me subo. Y además era un pretexto para andar siempre juntos.
Yao los vemos.
14 comentarios :
Ay... me estoy volviendo adicta... sígale!!!
Socita, le deje un regalito en mi blozzzz.
Un abrazote y gracias por las buenas vibras con lo de Heredera.
jaja si son re fáciles.
Como dice mi abuelita: "El hombre cuando puede y la mujer cuando quiere"...
Sigo con la convicción de que me gustan los malos...
Chócale!!!
Jaja! Saludos
Va buena la cosa, pucha que se pone ingeniosa una cuando quiere hacer la maldad...
Saludos
Chau
me teni' metido jajaja...
No se si yo aceptaría meterme a cursos de bonsai o ponerme mistico solo para que cierta femina acepte ayudarme a hacer maldades, jaja.
Saludos
desgraciada!!!!!!!! me dejaste con la copucha!!!! agggg
yaaaa... y?
aja?.............. Dios .. ahora me tienes mas curiosa por el final..... Buenisimo!!!
No sé... yo siempre he pensado que los malos les gustan porque las "encienden" un rato, pero quién es el que está ahí al final? con el que se pude dibujar una vida en común? ...
se despide un hombre más o menos ;)
jaja, usted y sus cosas. Claro que leí su post pues señorita, pero ahora acaso tengo prohibido comentar de lo que yo quiera? Ocurre que tu título (del cuento que escribiste) me hizo pensar en el hecho de que usualmente me he topado con mujeres que prefieren los hombres malos y que después terminan entendiendo que con los buenos es con quienes pueden estableccer una vida feliz y bonita.
Y bueno... de eso tenía ganas de contarte. En ningún caso asumo que te gusten los hombres malos, niña por dios.
Cuidate mucho y gracias por pasar a verme. Sabes que puedes volver cuando quieras ;)
Mira cabra culia,
espero ver esto terminado con tapita y haaartas paginas.
y dedicado...jajaja
Yegua Viciosa, adicta a los hombres malos.
repito la pregunta de Álvaro..."ya ¿y?"... (taba demasiado buena la primera entrega ....me falta algo de acción aquíiiiiii...esperamos)
abrazos
(creí haber postedo ya en la segunda patita).Toing!
Los malos son domesticables al final del camino, me gustan mas. Los que se convierten en seres demasiados buenos.No creo 100% en ellos....mejor uno bandido sin filtro, que uno asolapado e hisoterico profundo.
Y moto cero posibilidad ojjojoj..que haci pal! invierno?te cagai de frío.
pd:Quien puso el dinero para la bencina del jeep? jajaj
estan funcionando el taller literario ah.
Las mujeres, más mentirosas que son. Las tengo cachaditas a toas.
Ya nos vemos
Publicar un comentario