domingo, febrero 07, 2010

Crónicas Chuchetas CLVI: Somos adultos cuando aceptamos a nuestros padres.

Cuando somos brocas, nuestros papás son los mejores y no les encontramos ningún defecto. O por lo menos a mi me pasaba así, los encontraba enteros bacanes, mi mamá era la mejor del mundo, y mi papá era perfecto.

Lo obvio: llega la adolescencia y nuestra visión sobre ellos cambia. Pa' que los voy a latear sobre un tema que se ha escrito y se sigue escribiendo. A prosópito de la adolescencia, mi sobrina mostra (que hoy cumple 12 años) está entrando raudamente a la "edad del pavo", y puta que a veces hay que tenerle paciencia, se pone mega antipática, contraria a todo... insoportable. Yo la miro y pienso que a su edad fui igual y me encontraba simpática.

La cosa es que seguimos creciendo, estudiando, trabajando, enamorándonos y criticando a nuestros padres. Nos vamos de la jato paterna, pagamos cuentas, vamos cachando cómo es el mundo real, vamos de visita a la casa en que alguna vez vivimos, y entonces, miramos como iguales a nuestros padres.

En el fondo, vamos cachando sus trancas, sus miedos, sus defectos, entendemos sus enseñanzas, sus castigos hueones, sus palabras, sus gestos. Pero no da rabia como en la adolescencia, sino una tranquila aceptación que nuestros padres son hombres y mujeres como todos nomás.

Entonces ya dejamos de ser niños para ser personas grandes. Porque una no puede vivir eternamente enamorada del padre como si fuera una niña o esos hombres que piensan que su mamá es una santa, arrastrando el complejo de Edipo por siempre.

A raíz de algunas conversaciones y de mirarme un resto a mi misma es que llegué a esta conclusión. Pienso que es resano tener una relación de adulto a adulto con nuestros padres, o en mi caso, con mi madre (porque mi papá hace 11 años que se murió). Me gusta relacionarme así con mi mamá, porque tenemos otro tipo de conversación, yo la escucho sus relatos de niña, o cuando estuvo casada con mi papá, y de a poco voy comprendiendo y abuenándome con algunas etapas de mi desarrollo que me sentí incomprendida o castigada injustamente.

Gueas que pienso mientras crío.

Yao los vemos.

7 comentarios :

Unknown dijo...

Uuuuhhhh, complejo tema pa tí. En mi niñez mis padres fueron como las weas y en mi adolescencia no mejoraron pa bien (y no es rebeldía de pendeja, tengo hechos comprobados pa tirar a la chuña).

Mi drama fue que de braca, justificaba igual a mi vieja y más de alguna vez me pillé diciéndome "a lo mejor soy yo la cabrona y es normal ser así cuando una es mamá y yo le estoy poniendo color pensando que los taitas tienen que ser perfectos como en los libros..." y bla, bla, bla.

Y tuve a la Heredera. Y ese hecho, que en tu caso ha servido para entender; a mi me puso en el otro extremo: ahora sí que no entendía, ahora sí que no justificaba, porque yo sentía ese amor tan tremendo por mi hija y no entendía que para mis padres no hubiera sido lo mismo, o que hubiera cosas - mil cosas - más importantes que ese amor que debían tenerme.

Yo he tratado, a lo largo de estos casi 16 años, de ser la madre que yo quería tener, con mi Heredera. Y me he mandado varias cagadas y me equivocado harto a veces, pero por otro lado, le he mostrado quien soy realmente y cuánto cuesta a veces ser madre (sin andar llorando la carta, por supuesto), cuán importante ha sido ella en mi vida (algo que mis viejos nunca me dijeron) y cómo el mundo se transformó en un mejor lugar sólo con su llegada.

El amor más grande de la vida son los hijos. Suena tan cliché y es una verdad tan grande. Y yo, que tengo un hijo y un cuarto (porque el Gabo pesa y no sabíh cuánto todavía)... creo que si de algo puedo dar gracias en esta vida, es porque tuve a la Heredera y mi 1/4 de Gabo. Yo gané mil veces más que ellos dos.

Un beso, cabra.

PS: ¿todavía estai pensando o ya tomaste la decisión?

Leslie Miranda dijo...

Totalmente cierto. De padre y madre los empiezas a conocer como un hombre y una mujer, con muchos defectos, errores, pero tremendas virtudes y sobretodo, mucho amor (en mi caso personal). Mis viejos son la raja, los amo infinitamente. Uno se pone agilao cuando pendejo porque eres eso: un pendejo. No tenís idea de nada, no has vivido nada. Pero tengo la tremenda dicha de tener los padres que tengo, preocupados, cariñosos y por sobretodo: respetuosos. Mis viejos me enseñaron siempre a decidir por mi misma, a mandarme mis propias cagadas para levantarme, mirar hacia arriba, y verlos a ellos con una tremenda sonrisa de sabiduría y los brazos abiertos pa tirarme hacia arriba. Mis viejos son la raja, hasta las mañas que tienen las voy queriendo y apreciando con los años.

Güen post. La maternidá debe ser la raja.

El autor dijo...

bueno cabra. como escribi en mi blog, uno no es quien pa juzgar a los papas, aunque eso no significa que se le tenga que perdonar todo. mi escuela filosofica dice que, salvo al conyuge, nadie escoje a los parientes, y no es justo que si te puedes divorciar de quien escogiste, te tengas que mamar a los que no, lo cual se opone a la tradicion cristiana. en fin. uno no deberia juzgar a los papas, pero eso no los exime de ser unos verdaderos HdeP derrepente. El proposito es ese, que nuestros hijos no lleguen a clasificarnos en esa categoria.

saludos desde el norte.

Unknown dijo...

No se si ser adulto pase por aceptar a nuestros padres. Creo que tiene que ver con más que eso solamente...

Aunque es cierto eso de aceptarlos tal cual son, hay veces en que me dan ganas de mandar a mi viejito a un hogar pa que deje de andar tan gruñón con mi mamá y con todos... AGOTA!!!!!

Saludos

Gata con SuerT dijo...

Yo nunca llegue a odiar a mi madre (mi papá no existe) pero si existio una etapa en que pensaba que llea no me queria mucho, me queria pero un poco. menos mal se me paso la tontera (hay gente que se queda en la etapa de odiar a los adulto y eso incluye odiarse a si mismo cuando cumplen 30) Ahora soy feliz, se que tengo la mejor madre del mundo y la adoro
Saludos

Julio dijo...

UUUU Mira mis viejos siempre han sido un 7 pero obviamente llega un momento en que uno les cacha bien sus tonteras y muchas trancas. Cuando empiezas a aconsejarles es cuando ya están pa viejitos y uno esta pa plantar el árbol en este mundo.
Salud!

Insisto... dijo...

Yo amo cada imperfección de mi madre y jamás debato con ella,es una opcción que tengo de pura mamona nomás.Total tengo mis apreciaciones de muchas cosas y para eso debato en otro lado.Ni herirle sus palabras un pelo. :D